VERANO DE 2009.-Estos caminantes que me acompañan en la fotografía, que son mi nieta mayor SARA y mi nieto mayor JAIME, a día de hoy de 2013, obviamente tienen tres años más cada uno. Me muero de ganas de poder repetir con ellos la preciosa excursión que hicimos ese día. Todavía estoy asombrado de cómo Sarita aguantó tan bien tan dura caminata. Salimos de casa, camino de la ermita, al llegar a la casa de San Roque, tomamos el camino que hay detrás (que particularmente, siempre me ha parecido precioso) seguimos por el camino de piedras y atravesamos algunas viejas eras hasta llegar donde se inicia la subida hacia la central eléctrica y la planicie donde ya se asientan los molinos. En la central, a la sombra, hicimos un pequeño descanso, para seguir hacia la derecha, entre pinos, carrascas, piedras y bordeando un precioso campo de trigo. Solo haciendo esto se pueden experimentar las sensaciones de vivir la naturaleza de una forma tan intensa. Bordeando toda la cornisa, desde la cual en ningún momento se pierde la vista del pueblo, llegamos hasta la derruída y abandonada antigua central eléctrica. Otro parón para satisfacer la curiosidad de esas ruinas que a mi particularmente me transmiten vibraciones y mensajes de un pasado de producción de energía y de vida. Arrancamos y prácticamente ya estamos en el Puntal, iniciamos el descenso y sudando un poco, pero muy satisfechos de todo lo visto y sobre todo, hablando de muchas cosas, llegamos a casa.
La experiencia no ha podido ser más enriquecedora, especialmente por sana y por distinta a lo que los
niños de ciudad están acostumbrados.
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