lunes, 1 de abril de 2013

CRUCERO por el Mediterráneo 2012

VALENCIA, TRAPANI, MESSINA, NÁPOLES, CIVITAVECCHIA/ROMA
PORTO TORRES, VALENCIA

Una creencia equivocada respecto de cómo era un crucero y la vida en alta mar durante un número determinado de días, siempre me había hecho pensar que a mi no me gustaría y por lo tanto nunca me llamó la atención. Una vez vivida la experiencia, tengo que reconocer que estaba muy equivocado (quizás mediatizado por imágenes retenidas de alguna película vista, que me llevaron a hacerme una falsa imágen de la realidad). Lo único que encontré igual o parecido a lo que yo recordaba de alguna película de cine, fue el confor, las comodidades, el ocio, las tiendas y las espectaculares instalaciones interiores que jamás hubiera yo podido imaginar. En cuanto a la vida diaria en esos días, en seguida pude comprobar que eran de total libertad de movimientos y de un no poder asistir a las innumerables propuestas ofertadas. De ocho días que duró el crucero, tan solo en una ocasión, y, de forma leve, se notó el movimiento del barco. Otra de las características muy positivas de poder ver distintas ciudades
sin acumular el mínimo cansancio (a diferencia de otro tipo de viajes) es que mientras duermes, el barco sigue navegando y cuando te despiertas ya estás en una nueva ciudad, a la que una vez cumplimentado el atraque, sales a visitar un determinao número de horas. Respecto del camarote, salvo algo menor que la habitación convencional de un hotel, ofrece las mismas prestaciones y el mismo confor. Poder ver el mar, con sus distintos horizontes, cómodamente tumbado en la cama, es muy especial.
¿Qué decir ante esta maravillosa arquitectura?
No necesita ser comentada. Al fondo, El Coliseo.
Una de las entradas, en la parte vieja de Nápoles, al Nápoles subterráneo
Está claro, es una parte parcial del gimnasio.
Poco que decir, es/fue mi camarote nº 9050
Esta fotografía y las dos que la preceden, pertenecen a una pricipal
calle peatonal de Nápoles, en la que se encuentran unos espectaculares
edificios y distintas galerías comerciales.
En la famosa Fontana de Trevi, sentado en el pretil, tirando monedas
de espaldas a la fuente, que según la tradición, si lo haces
así, volverás a Roma.
Algunas de las tiendas, en una de las plantas del barco.
El café spresso (son dos dedos de café) que me tomé sentado en la calle,
tuvo como singularidad para no olvidar, que a través de unos altavoces no
paraba de sonar música popular italiana, de todos conocida. Era delicioso
Aunque parezca una obviedad, lo diré; este es el barco que disfruté.

1 comentario:

Artemio Echeverribar dijo...

Quiero dejar constancia del por qué habiendo estado en Roma y obviamente, habiendo visitado el Vaticano, no he incluido ninguna foto. La razón es que no estaba permitido hacer fotos en el interior y las que hice del exterior, "decían poca cosa". De todos modos, particularmente, la ciudad que de verdad me encantó, fue Nápoles.